lunes, 23 de julio de 2018

La enfermera alienada.

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Va pasando el tiempo, y como es menester, no tenemos noticias de lo que han hecho o pretenden hacer los dirigentes de nuestro colegio. No sabemos en qué emplearán ni en qué han empleado el millón y medio de euros del que van "gestionando" de forma indecente para hacer lo que les viene en gana y no dar cuenta de nada a nadie.

Esto que viene siendo así desde décadas atrás, a día de hoy continua siendo una rutina, y Román y sus acólitos siguiendo las pasos de su predecesor se aplanacan en el cargo a sabiendas que no son sus legítimos gestores ante la innacción del Consejo General de Enfermería, que claro, se lleva su parte de cualquier manera.

Y mientras tanto, nosotros enfrascados en los juzgados con pleitos y pleitos, lidiando con la famosa maldición de "juicios tengas y los ganes" y lo que es peor, viendo como la realidad profesional de la Enfermería se vuelve cada día más siniestra y desalmada.

No es que hasta ahora la profesión haya vivido un camino de rosas precisamente, más bien llevamos décadas peleando por encontrar o mejor dicho porque se nos reconozca nuestro lugar en el sistema, mientras quienes se deberían haber encargado se dedicaban a otros menesteres.

El caso es que de un tiempo a esta parte, estamos viendo como ante esta realidad, ante la completa dejadez de las instituciones, el alma de las enfermeras se está alienando. No importa nuestra edad, nuestro cargo, nuestro sexo, ninguna cosa nos iguala más que el hecho de ser enfermeras. Y las enfermeras nos vamos dejando arrastrar en un sistema injusto, ineficiente, un sistema que nos aparta como profesionales, que nos ignora como solución a muchos de sus retos, que nos evita como interlocutores.

En esta "guerra infame de todos contra todos" en este enorme circo de la sanidad asturiana, cada uno va a su bola, algunos logran sus deseos, o se escapan de la trinchera, otros negocian sus negocios, otros alardean de sus batallitas ganadas y mientras tanto nos arrastramos para conseguir nuestros puntos en un sistema de empleo, nos arrastramos por conseguir subir nuestro sueldo en alguna artimaña "extraña", por mejorar nuestro puesto con una jugada maestra de las que se aprovechan de las simas del sistema, sin pensar en nada más que nuestro interés personal...

Es lo que hay y supongo que es lícito buscar crecer como trabajadores, como profesionales, pero me pregunto si en ese camino de crecimiento no estamos menguando como personas capaces de establecer alianzas, capaces de unirse, capaces de mejorar el sistema, capaces de cambiar las cosas.

Hay tanto talento entre las enfermeras asturianas que da mucha pena ver como con la necesidad que existe en Asturias de más enfermeras, de más enfermería, nos estemos dejando llevar, a un sinsentido, a la sinrazón, a la pérdida de nuestra identidad colectiva.

Podría asumir que nuestra apuesta por recuperar el CODEPA, por recuperar al colectivo no fuera la mejor, ¿pero es la única alternativa dejarse llevar?


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